Muchas veces decidimos esta vieja frase, “La gota que faltaba para derramar el vaso”, (tal vez la digan con otras palabras), pero yo así la recuerdo. Y es que parece hasta una película de desgracia que narra nuestras gotas hasta llenar el vaso y derramarlo.
Es así como mi pequeña gota derramó tanta agua por 18 años, pero yo la empecé a contar cuando tenía 11 años.
La verdad es que yo era feliz, no me importaba si tenía un pequeño problema en mi, solo notaba la indiferencia de los niños en el preescolar, los apodos graciosos de familia, pero a mi no me importaba, yo tenía bastante energía para hacer lo que quisiera, era inteligente, buena hija, no tenía amigas o amigos o noviazgos de niñez, pero no me importaba, yo tenía la mente y el tiempo muy ocupado para llorar por eso.
Mi mamá decide cambiarme de escuela el ultimo año, yo quería complacer a mi mamá, ser su orgullo y yo tenía mucho potencial. Me gane el primer lugar, tenia puro 10 en todo, pero siempre llegaba a mi casa llorando o triste, no tenía amigos, las niñas decían que era una nerd, que era la consentida de la maestra, solo me hablaban para burlase de mi inocencia de 11, tenían novios, vestían como niñas rebeldes, niñas con la edad de descubrir, los niños me decían apodos, me golpeaban, una vez un niño me tiro una garra mojada en la cabeza , desde ahí empezó mi llanto. Las niñas inventaban chismes de mi, mientras yo hacía mis trabajos, me los pedían y yo les decía que me costó y si yo no lo quería pasar , ellas aventaban el cuaderno y me decían ya no lo queremos. Ahí empecé a notar mi temblor, empecé a odiarlo, a envidiarlas, aveces les preguntaba que se siente no temblar?, ellas me decían normal y yo me decía claro no soy normal.
Entre a la secundaria y se me quedo todo claro, no seas nerd, has amigas, por suerte conocí amigas buenas y a de paso una excelente mejor amiga. Pero yo empezaba a empeorar, me gustaba alguien, mi cuerpo estaba desarrollándose y yo temblaba más sin parar, creían que yo lo provocaba.
Después de tantos intentos, mi mamá logró que fuera atendida, el primer estudio, la primera aguja, la segunda y perdí la cuenta, yo esperaba un buen diagnóstico. Hasta que el neurólogo dice Párkinson vs Temblor esencial, la verdad no tenía idea o no me llegó, pero mi mamá tenía la mirada de que iba a llorar en cualquier instante, y desde ahí supe que no era algo bueno, empezaron los medicamentos, los antidepresivos, los cambios de humor, los problemas, el llanto, la inseguridad, más medicamento y esa gota, se convirtió en una fuente, que hasta ahora no deja de derramar agua.